LA COSPE Y MARIANO: Reformas electorales en el Salvaje Oeste

2010032678rajoy_cospedal_dentro_okCual Bony and Clyde han irrumpido en este Saloom llamando Democracia, pistola en mano (léase mayoría absoluta), se han dirigido a los parroquianos (léase ciudadanos) y nos han dicho que recogiéramos la baraja, que se acabó la partida. Ahora iban a cambiar las reglas del juego: quien manda, manda. Ahora, para ganar la mano, ya será suficiente con tener un trío de sietes; si te sale una escalera de color (léase gobierno de coalición), pues te jodes, las reglas las impone quien tiene la fuerza. Y dos pistolas, son más que cualquier razonamiento.

En esto parece haberse convertido la Democracia Occidental, especialmente en España. En un remedo del viejo Oeste. Aquí se pugna por ver quién escupe más lejos el tabaco, quién desenfunda más rápido, quién asalta antes la diligencia… Si yo fuera un componente de Wu Ming, elaboraría una novela histórica alegórica sobre los tiempos actuales en España al estilo de Q, 54 o Manituana. Tendría ocasión de encontrar paralelo en todos los personajes clásicos de western: el sheriff, el alcalde, el doctor (Doc, casi siempre), el cantinero, el vendedor ambulante de whiskey y otros mejunjes, el empleado del banco (con sus manguitos), el borracho del pueblo (que no se entera de nada y lo sabe todo), las prostitutas, las cantineras (a veces son lo mismo), la viuda (con dos niños mocosos), y, por fin, los protagonistas. El bueno, un forastero que acaba de llegar a la ciudad y nadie desea, y los villanos. ¡Qué fácil me resulta ponerle cara alegórica a estos protagonistas! Os voy a dar pistas y así os entretenéis pensando un rato, aunque sea verano. Un recién llegado, con cara de no haber roto un plato (pero no es guapo), al que muchos del pueblo (llamado Transición) comienzan a temer pues se hace muchos amigos desde que llega… Y los villanos (Bony and Clyde) que como son del pueblo no son mal vistos, que controlan los diarios de la localidad, para poner a parir al recién llegado, que tienen las mejores armas, que distribuyen el trabajo del pueblo…

Pero como no soy ningún miembro de Wu Ming, me tendré que conformar con dar mi versión de lo que está sucediendo este verano con la cuestión de la reforma electoral para la elección de alcalde. Cuáles son los objetivos de tal reforma no se le escapa a nadie: cambiar las reglas del juego cuando creo que voy a perder la partida, para seguir ganando. Al menos allí dónde necesito más esa victoria. Ahora que el PP ha salido al centro de la polvorienta calle de nuestro poblado del Oeste, con sus poderosas pistolas (recordemos, la mayoría absoluta), todo el mundo se ha asustado. Todos están en contra: ¡ahora que me han salido unas buenas cartas, va y resulta que no valen! Pongamos el tema en perspectiva: aquí todo el mundo ha solicitado una reforma electoral (a nivel local, provincial, autonómico o nacional) para obtener beneficios. Lo hizo el PSOE en legislaturas anteriores, lo hace UPyD desde su misma fundación (de hecho creo que se creó el partido para dicho fin y para mayor gloria de su lideresa), lo hacen los grupos nacionalistas, aquí y allá, lo hace IU (reducción de los suelos electorales, mínimo para acceder al reparto de concejales o diputados) y lo hace hasta Podemos. Pero, de momento, todo eran palabras, más o menos altisonantes, en el interior de este Saloom que es la Democracia. Como nos tiene tan acostumbrados, el PP utiliza otras formas. Saca sus pistolas, amenaza, te pone contra la pared, y te dice “esto es lo que hay, aquí mando yo, o no recuerdas que tengo… estas pistolas llamadas mayoría absoluta, pues hago absolutamente lo que me da la gana”.

Ya lo ha hecho Bonnie, Mª Dolores (de) Cospedal, tan deseada ella por las huestes pijopeperas, como en su momento lo fue la Faye Dunaway de la película de Arthur Penn (1967), en su pequeño poblado llamado Castilla La Mancha. Y lo ha hecho dos veces. Expliquemos brevemente el asunto. A comienzos de 2007, a pocos meses de las elecciones autonómicas, el entonces presidente de Castilla La Mancha, el socialista José Mª Barreda plantea que, de obtener mayoría, propondría una reforma electoral, que naturalmente le beneficiaba. La Cospe, escupió al suelo su tabaco de mascar, convocó a la prensa y soltó que “es una auténtica vergüenza”, “es un auténtico golpe de estado” y que estos métodos sólo eran usados por Hugo Chávez, “quien maneja la ley electoral a su antojo y en beneficio propio, en detrimento de la democracia”. Y para quien no me crea, ahí están las hemerotecas, no me lo invento, aparecía en el ABC (palabra del Señor). Entrad en el enlace y lo veréis. Parece increíble, ¿no?, después de lo leído estos días. Pues no lo es. Ya os lo decía. Esto es el salvaje Oeste, aquí no hay más ley que la que impone el que manda.

A pesar de lo que dijo en 2007, La Cospe Bonnie, durante su primera legislatura no sólo realiza, gracias a su mayoría absoluta, una reforma electoral sin consultar con nadie, es que hace ¡¡dos!! En sólo dos años, cambia la ley electoral dos veces, sin que su primera reforma tenga efecto, por cierto, ya que no hubo elecciones. En 2012 hizo una reforma reasignando el número de diputados entre las cinco provincias para premiar aquellas en las que su partido obtenía mayoría. Pero en 2014 se arrepiente. Vuelve a sacar las pistolas y aprueba otra reforma electoral suprimiendo 16 diputados autonómicos. La trampa es sencilla: aplicando la famosa Ley D’Hondt , cuántos menos diputados haya, más fácil es obtener mayoría absoluta, y los pequeños partidos más difícil lo tendrán. Es sencillo, hasta mis alumnos de Primero de la ESO lo entenderían: si hay un Parlamento con 3 diputados, gano seguro, si tiene 300 me es más difícil llegar a la mayoría absoluta (176). Y ¿cómo se traga esto el personal? Bien sencillo, disfrazo el asunto yendo de buena persona, buena demócrata, regeneradora de la Democracia. Porque lo que yo robo no es para mí, es para los niños pobres. Dice la muy truhana que así se reduce el gasto público en políticos, pues hay menos diputados, luego hay menos gasto. Lo que no cuenta, la “muy jodía” (como dicen por esas tierras) es que los diputados de Castilla La Mancha ¡¡ya no cobran sueldo!!, desde otra reforma suya de 2012. Ahora bien ella acumula cargos, sueldos y prebendas: es presidenta de Castilla La Mancha, presidenta del PP en dicha autonomía, diputada en Cortes y Secretaria General del PP. Tanto cargo, y sueldo (computado en 2009 por última vez, ya que posteriormente se han negado los políticos del PP a presentar su declaración patrimonial, en 165.651,65 euros) le ha ganado el sobrenombre de “La Bienpagá”.

Y ahora llega Clyde, (Mariano Rajoy) ¡hombre ya sé que tan guapo como Warren Beatty no es! (aunque el concepto de hermosura masculina de las señoras del PP no lo acabo de entender, pues a Aznar se le llegaron a lanzar gritos de ¡guapo, guapo!) y saca, de nuevos sus pistolas. No se habla de otra cosa estos días en la prensa política (además del caso Pujol). Los argumentos son los mismos de La Cospe: esto lo hago por la Democracia. Para “regenerar” España. Algún día escribiré algo sobre el uso de este término en la Historia de España. Pero, no nos engañas, Clyde Rajoy, ¡tú lo que quieres es quedarte con el botín y no repartirlo!

Pero además de leer los titulares de prensa, pensemos un poco en el alcance de la reforma. Pretende el nuevo tahúr al oeste del Mississippi, Clyde Rajoy, que en las próximas elecciones municipales la lista que obtenga el 40% de los votos (y más de cinco puntos de ventaja sobre el segundo) se le premie con un número extra de concejales hasta lograr la mayoría absoluta. Con dicha reforma no creáis que la “regeneración democrática”, tan pregonada, va a ser de gran calado. Sólo dos capitales de provincia hubieran cambiado de manos con los resultados de 2011. ¿Adivináis quién sería el partido beneficiado? Habéis acertado: el PP. Lograría las alcaldías de Lugo y Zaragoza. Pero, ¿es el panorama electoral actual semejante al de 2011, tras lo sucedido en las elecciones europeas de este año? ¿Qué puede cambiar con la irrupción de Podemos, la debacle del PSOE y la pérdida de votos del PP? Pues bien sencillo, que en el resto de capitales donde el PP obtuvo mayoría absoluta (34) encuentre más dificultades para repetirla y la desesperación del PSOE por su pérdida de poder les lleve a buscar pactos (¿contra natura?) con quien sea, incluido Podemos o las plataformas ciudadanas que se están montando en determinadas ciudades (Ganemos/Guanyem). Otro objetivo es lograr no perder feudos (la palabra no es baladí, me refiero a localidades donde impera el más puro feudalismo) en localidades medianas, en las cuales el comportamiento caciquil de alguno de sus alcaldes provoca la presentación de alternativas para frenar un poder omnímodo. Ejemplos de esto último tenemos por doquier.

Como toda reforma política, una cosa son sus objetivos declarados y otra los ocultos. Se vende la reforma como un intento de evitar pactos que desalojen del poder a los partidos vencedores, pero entonces ¿por qué sólo para los que lleguen al 40%? Se vende que con ello se lucha contra la corrupción, pues se evita que pequeños partidos tengan en sus manos a alcaldes elegidos sin mayoría. Pero, ¿estadísticamente, dónde hay más corrupción en municipios con alcaldes de mayoría absoluta repetida hasta la saciedad o dónde se puede controlar al alcalde a través de una posible moción de censura? ¿Nos colocamos con esta reforma al nivel de Europa? Pues sí, sistemas como el propugnado por Clyde Rajoy se utilizan en democracias tan éticamente consolidadas y donde no hay corrupción como Grecia e Italia. Curioso, ¿no?

Y volvamos la vista atrás. ¿Pactos igual a corrupción, dice ahora el PP? Se les ha olvidado como llegaron al poder dos de sus iconos: Esperanza Aguirre y Eduardo Zaplana. Por orden cronológico, Eduardo Zaplana era un desconocido político de una localidad conocida sobre todo por sus juergas nocturnas y sus rascacielos hasta que en noviembre de 1991 consiguió arrebatar la alcaldía al PSOE, que había logrado mayoría absoluta, gracias a que una concejala socialista, Maruja Sánchez, se pasó al PP. Cosas de la política… y del dinero. Ella pasó, más tarde, a ser asesora de la concejalía de Cultura (con un sueldo de 1800 euros mensuales) y su marido Pedro Martínez fue contratado como asesor del Consorcio Provincial de Bomberos. El caso fue investigado dentro del conocido como Caso Naseiro, sobre financiación ilegal del PP. Dentro de las escuchas, anuladas por defecto de forma, pero no negadas, había una frase de Zaplana que se ha hecho mítica: “yo estoy en política para forrarme”. En la actualidad Eduardo Zaplana es Adjunto al Secretario General de la multinacional española Telefónica. Ahora sí está forrado, pero ¿hubiera llegado tan lejos sin la trampa de 1991? ¿Es esta la “regeneración política” que pregona el PP? ¿No quedamos que debe ganar el que obtiene mayoría absoluta? Sí, si la logro yo, diría Clyde Rajoy.

Y ahora vamos con doña Espe, la gran adalid de la moralidad política española. A veces comparada con Margaret Thatcher y adorada incluso por individuos ajenos a su partido, pero a los que les gusta lo claras que dice las cosas. Pues vamos a decirlas claras: llegó al poder haciendo trampa. ¿Recordáis el caso? Parece una película, pero no del Viejo Oeste sino de la Mafia Siciliana.

Tras las elecciones del 25 de mayo de 2003, el reparto de escaños fue de 55 para el PP, 47 para el PSOE y 9 para IU. Como habían anunciado durante la campaña, el PSOE y IU alcanzaron un pacto de gobierno previo a la constitución de la Asamblea de Madrid, prevista para el día 9 de junio, para nombrar a Rafael Simancas como presidente de la Comunidad de Madrid. Primero, se procede a la votación de presidente de la Asamblea y, ¡oh, sorpresa!, la candidata del PP, Concepción Dancausa, gana la elección por 55 a 54, ya que faltan dos diputados del PSOE: Eduardo Tamayo y Mª Teresa Sáez. ¿Dónde están? Se han refugiado en un hotel de la capital. ¿Sabía algo el PP de la trama? Dice que no, que ha sido voluntad de los dos socialistas que creen que las bases no apoyan el pacto PSOE-IU, a pesar que era público y notorio. Pero, la recién elegida sube al estrado y lee un discurso que ya llevaba preparado, aunque todos sabían el día anterior que no saldría elegida. ¿Todos?

Tamayo se pasea por todos los medios de comunicación del entonces llamado Sindicato del Crimen (COPE, El Mundo…) para pregonar que él no era un tránsfuga sino un defensor de la Libertad (esa palabra que tanto le gustaba, y gusta, a la derecha española). Pero Tamayo no era un desconocido en el PSOE madrileño (su compinche Mª Teresa Sáez, sí). En 2002 había sido denunciado ante el comité de ética de PSOE, junto a su mentor político, José Luis Balbás (el urdidor de la trama, a todas luces). Razón: intereses inmobiliarios incompatibles con su actividad política. Y aquí aparece la motivación de la traición de Tamayo y Sáez. El candidato socialista, Rafael Simancas, había declarado su oposición a tres grandes macroproyectos urbanísticos en Madrid: la operación Chamartín, el barrio de Valdebebas y la operación Campamento. En las dos primeras implicado, entre otros, un conocido empresario y presidente futbolístico (Florentino Pérez), ¿la mano que mece la cuna?

Mientras tanto, ¿cuál fue la respuesta ante estos hechos de Esperanza Aguirre? Presentarse como totalmente inocente y ajena a los hechos, aunque alguna vez el subconsciente le traicionara. Ella planteaba la repetición de las elecciones (cosa que jamás había ocurrido, ni nunca hasta ahora ha ocurrido en unas elecciones), pues no quería ser presidenta con el voto de dos trásfugas y cuando el PSOE pidió la devolución de las actas de diputados de los dos sujetos, dijo que no estaba de acuerdo ya que «la devolución del acta por parte de los dos diputados socialistas siempre estaría bajo sospecha de que el PSOE ha pagado más». ¿Más que quién?

El PSOE interpone diversas querellas, pero el Fiscal General del Estado, Jesús Cardenal, a su vez anterior abogado del PP, se opone a la investigación. También la Asamblea de Madrid, constituida más tarde tras la repetición de elecciones en octubre de 2003, abre una comisión de investigación. Ésta dictaminará que no había nada fraudulento «sólo hay coincidencias y cosas curiosas», como dijo el diputado popular Cortés.

El resto de la historia ya lo conocemos. Esperanza ganó las elecciones de octubre de 2003 por mayoría absoluta y repitió en 2007 y 2011. ¿Pero qué hubiera ocurrido sin la deserción de Tamayo y Sáez?

Por lo tanto, como ya he comentado en otras ocasiones, la ética en la política no la arreglan nuevos sistemas, sino una nueva concepción de la misma. Pero eso en este país es mucho pedir.

Todos los partidos se muestran contrarios, algunos en el fondo, otros en la forma, según les pueda ir en ello. Pero, ¿se arrepentirá Clyde Rajoy, por ello? No. Hay mucho en juego, mucho… dinero. Dinero en contratas municipales, recalificaciones urbanísticas, sueldos, dietas, asesores, etc. ¿Qué hacer, entonces? Quizá la única solución esté, nuevamente, en el western. En concreto, la magnífica, sublime, espectacular Sin perdón de Clint Eastwood (1992). Recordad, un grupo de prostitutas (¿no estamos todos prostituidos en esta democracia?) deciden buscar un pistolero a sueldo que les vengue de la afrenta sufrida por una de ellas a manos de dos forajidos. Siempre se ha dicho que se trata de un western crepuscular, como nuestra sociedad. También que es una alegoría sobre nuestro mundo. Lo que decía, lo más parecido a lo que yo escribiría si fuera un miembro de la Nueva Épica Italiana. Mientras tanto, podéis ver la película, si no lo habéis hecho ya, y ponerle cara a los personajes.

Acerca de José A. Moreno

Un socio sin club
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2 respuestas a LA COSPE Y MARIANO: Reformas electorales en el Salvaje Oeste

  1. ¿Quien ha dicho que Chávez y Rajoy no son la misma cosa?

  2. Francesc Verdú dijo:

    No tens ganes de marxar? Jo sí, però em tocarà aguantar-me. Una abraçada, amic!

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